"Yo te contaré cada día un cuento, y tu me regalarás tu mirada"

viernes, 9 de marzo de 2018

Cronómetro


Me ha dicho que últimamente piensa mucho en la muerte. Pero no con ideas suicidas, no. Él se ve como un cronómetro que empezó la cuenta atrás hace muchos años y se olvidó de su función hasta hace poco. Ahora, a su edad, no me la ha dicho, pero está entre cincuenta y sesenta, el cronometro ha comenzado a hacer ruidos y fallar de vez en cuando. Pequeños sustos, me dice. Pero algo que antes apenas existía para él, pese a que nunca ha dejado de funcionar, por suerte, me dice, ahora ocupa cierto tiempo en sus días. Y hay cosas que no ayudan. Porque de nada sirve hacerse el loco, o mirar para otro lado, siempre hay como un chirriar de saetas, su cronómetro es viejo y no tiene números digitales, que le devuelve a la realidad de una muerte que, lejos de acechar escondida tras algún martes, se pasea desnuda por su casa sin ningún pudor. Por ejemplo, no ayudan algunos wasaps, el móvil que tiene sí que es bastante actual, de amigas. Ayer, mientras estaba fumando un cigarro y escuchando música, le llego uno de esos mensajes. “pero lo importante es que tú te sientas bien escribiendo”. Justo en ese momento no escribía nada. Fumaba, escuchaba música, se sentía bien, se sabía nadie y eso le infundía una tranquilidad en la que le gustaba regodearse, como si el olvido ralentizase el cronómetro. Últimamente duermo mucho, me dijo, como si estuviese haciendo un máster tan de moda para cuando el cronómetro falle por fin. Cuando le iba a preguntar me dijo que le gusta dormir, aunque aún no sabe si es por el ratito de muerte, y usó ese diminutivo de una manera tan cariñosa que casi me dio miedo, o si es por el despertar y sonreír al haberle ganado un nuevo round al destino.

Me siento bien, me dijo. Supongo que mi estupidez y mi optimismo siempre me han ayudado, incluso a veces en extremo, pero me siento bien. Justo en ese momento el reloj de carillón que tiene en el pasillo comenzó a dar las horas, y él, con una voz monótona las acompañó. Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…y comenzó a reírse con fuerza. No le vi la gracia, aunque aquel estruendo producido por los gongs del reloj y su risa, consiguieron tapar por un rato el odioso chirriar que escucho desde hace tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sueño

Sueño